viernes, 15 de abril de 2011

"Período Crítico" 2ª Parte

A petición de una de nuestras seguidoras que nos ha dejado un comentario, vamos a indagar un poco más en esta teoría.

"PROFE" nos hacía la siguiente pregunta: Pero entonces... ¿por qué podemos aprender nuevas lenguas de mayores?

Primeramente hemos de recalcar que es una hipótesis, un estudio del que se han realizado varios experimentos, y en el que se han apoyado también para descifrar acerca de los niños salvajes.

En el caso de estos, no podían adquirir este lenguaje completo dado que no habían tenido la posibilidad de desarrollarlo, puesto que estaban solos o acompañados de animales.

En un caso de vida normal, esta hipótesis defiende que el momento óptimo para aprender una lengua es la niñez, dado que el cerebro está más alerta, con una capacidad de absorción más inmediata para el aprendizaje (ya sea de una lengua, una segunda o cualquier tipo de conocimiento): a medida que maduramos y la organización del cerebro se hace más especializada, nuestra capacidad para aprender un idioma tiende a decrecer.

Por ello mismo es practicamente imposible que una persona que rebase esa edad (6 o 7 años) alcance un dominio de ese segundo idioma a nivel nativo.

Para concluir y siendo directos con esta última afirmación, se puede contestar a la pregunta diciendo: Que si es posible aprender un idioma nuevo de adulto es gracias a que a esas edades tempranas el cerebro ha desarrollado la capacidad del lenguaje (caso que no se da en los niños salvajes).

miércoles, 13 de abril de 2011

La hipótesis del “Período Crítico”

En la última entrada lanzamos una pregunta: ¿Por qué estos "niños salvajes" no son capaces de desarrollar un lenguaje completo?

Existe una teoría llamada el Período Crítico, postulada por E. Lenneberg en 1967. En síntesis, el argumento del autor es que las zonas cerebrales idóneas para el aprendizaje de una lengua pierden considerablemente su potencial de aprendizaje al pasar cierta edad.

Si lo aplicamos a las razones por las que estos niños no aprenden discurso, tiene que ver con los años de formación del cerebro infantil y no solamente con el trauma del aislamiento y la soledad. Se habla del agotamiento de las funciones cerebrales asociadas al discurso.


Se sostiene la idea de un período crítico que equivale a los 6 ó 7 años de edad. A partir de esta edad, la posibilidad de que un ser humano que ha estado aislado pueda emitir discurso se desvanece.

Lo más interesante de todo es que, aunque alguno de ellos ha conseguido aprender algunas palabras, casi siempre breves, sencillas y de sonidos onomatopéyicos, como el Me gusta elefante come maní o Dulce compra tienda de Genie, ninguno, excepto el caso de Kaspar Hauser (del que hablaremos más adelante), aprendió jamás a enlazar esas palabras y formar frases complejas. Es decir, están incapacitados para la sintaxis.

martes, 12 de abril de 2011

El experimento prohibido.

Hemos hablado de niños salvajes, niños obligados a vivir con animales o encerrados y apartados de todo contacto humano.

En esta entrada vamos a enlazar estos casos con el llamado "Experimento prohibido".

Éste consiste en aislar a un individuo en una habitación con el fin de averiguar cuáles son las características de aprendizaje o pérdida de lenguaje que experimenta en tal situación.

Se intentaba encontrar cuál era el verdadero lenguaje del hombre, el llamado "Lenguaje Universal" o "Lenguaje de Dios".

Se ha llegado a demostrar, a través de casos que se asemejan al experimento como el de Genie o Víctor, que  una persona sola carece de lenguaje, dado que no ha podido desarrollarlo con ninguna otra. En el caso de Víctor, éste gruñía y ladraba porque se había criado en la selva rodeado de animales y es lo que aprendía de ellos.

El Dr. Itard escribió sobre Víctor:


"Finalmente, viendo que la continuación de mis esfuerzos y el paso del tiempo no traían cambio alguno, renuncié a la necesidad de seguir intentando que Víctor produjera discurso, y abandoné a mi discípulo a su incurable imbecilidad".

¿Por qué solo se pudo en estos casos enseñar palabras sueltas o frases con falta de sintaxis y no pudieron desarrollar un lenguaje completo?

miércoles, 6 de abril de 2011

Reflexión

He leído varios casos de "niños salvajes" que se habían criado con animales y que, para sorpresa de sus descubridores, no tenían ninguna actitud humana: no podían hablar, no expresaban emociones, atacaban como fieras y ni siquiera andaban erguidos. De esto podemos deducir que es el entorno es el que condiciona las capacidades y el desarrollo del ser humano.

Tras haber estudiado el caso de "Genie", me llamó la atención el hecho de que la niña, al carecer de las habilidades lingüísticas, se comunicara mediante gruñidos tal y como lo haría un animal.

Me parece comprensible que un individuo que ha sido criado entre lobos gruña, pero ¿Qué ocurre con el individuo que ha sido aislado y privado de cualquier comunicación o interacción con otros seres vivos?

En el caso de Genie, se explica como la niña gruñía y arañaba cuando algo le molestaba. ¿Quiére esto decir que, el hecho de que un ser humano sea aislado de la sociedad y privado de la interacción con sus semejantes, implica que desarrolle las formas comunicativas de un animal? ¿No sería más lógico en el caso de Genie, que fuese muda? ¿Qué opináis?

Genie: "la niña salvaje"


Genie 

 
Genie, fue descubierta en 1970 en Los Ángeles (EE.UU) a la edad de 13 años. A los pocos meses de nacer, su padre decidió que la niña sufría un retraso mental y la encerró de por vida en su habitación. Durante años estuvo atada a una silla en su habitación, a veces incluso vendada. Su padre nunca articuló palabra con ella y, si ella emitía cualquier sonido, lingüístico o no, su padre la castigaba.


Su caso confirmó los efectos nocivos e irreversibles del aislamiento y el maltrato en cuanto a la adquisición del lenguaje.

Una vez liberada, y después de grandes esfuerzos por enseñarle a hablar, Genie solo podía comunicarse con frases rudimentarias, como Me gusta elefante come maní o Dulce compra tienda.

Estos y otros casos, cual trágicos y crueles «experimentos», confirman la importancia de un medio ambiente lingüísticamente propicio para la adquisición del lenguaje, así como el hecho de que existen límites a lo que un individuo puede aprender si no crece en un medio que le proporcione contacto social, psicológico, afectivo y lingüístico. Para aprender un lenguaje de manera natural, los seres humanos no requerimos más que ese ambiente propicio durante los años cruciales que van del nacimiento a la pubertad. Pero sobretodo, es hasta los cuatro años cuando los niños “se preparan” biológicamente para hablar ya que, desarrollan  los órganos que intervienen en el habla, haciéndonos capaces de emitir sonidos, palabras, frases y comunicarnos oralmente. Nuestra disposición genética y el desarrollo de nuestras habilidades cognoscitivas se encargan de lo demás.

Así vemos como en los casos de “niños salvajes”, ya sea por abandono en la naturaleza o por maltrato, estos jóvenes no desarrollan la habilidad del lenguaje de forma apropiada aunque posteriormente sean integrados en sociedad.

    Os dejo unos videos de un documental que se realizó sobre el estudio de Genie. El documental es bastante interesante y curioso, aunque tiene algunas partes que se pueden omitir.







Uno de los casos más famosos:

Víctor de Aveyron


El 18 de Enero de 1800, apareció un niño desnudo lleno de cicatrices, en la provincia de Aveyron (Francia). Medía menos de 1’50 cm, pero aparentaba tener 12 años. El niño tenía capacidades propias de un animal: corría a cuatro patas y trepaba por los árboles.

El niño comenzó a merodear las granjas de la zona en busca de alimento. Para sorpresa de sus descubridores, el niño no articulaba palabra, pero reaccionaba de inmediato ante el sonido de las ramas al quebrarse o ante el ladrido de los perros. Rechazaba los alimentos cocidos, prefería las patatas crudas que lanzaba al fuego y recuperaba rápidamente con sus manos, devorándolas cuando todavía quemaban.

Como un animal acostumbrado a vivir en la selva, el chico parecía insensible al frío y al calor extremos, y rasgaba la ropa que la gente trataba de ponerle. Parecía evidente que había perdido a sus padres desde muy pequeño o lo habían abandonado, pero de esto hacía tanto tiempo que era imposible saberlo.

Inmediatamente, el niño se convirtió en objeto de estudio para científicos, filósofos y lingüistas. Éstos se plantearon hasta qué punto, el contacto social, condiciona el comportamiento y desarrollo del ser humano.

Al niño, al que se le dio el nombre de Victor, fue enviado a una escuela de sordomudos en París a cargo de Jean-Marc-Gaspard Itard, un médico interesado en la psicología.

El niño mordía y arañaba a las personas que le cuidaban, y por supuesto, no mostraba ningún afecto por ellos. Obviamente carecía de las habilidades sociales que cualquier otro niño, criado en sociedad, adquiere diariamente.

Itard llevó a victor a su casa y durante años se encargó de su educación. Con el tiempo, el joven comenzó a mostrar emociones, logró aprender el nombre de algunos objetos, leer y escribir algunas frases muy sencillas, y expresar deseos.

Murió en 1828 cuando tenía alrededor de 40 años.